28 de marzo de 2010

Breve recorrido histórico de la quichua y la importancia de fomentar la revitalización de ésta


El surgimiento de la lengua quichua en nuestro, país es tema actual de debate (1) , podemos sostener que esta lengua se ha instalado fuertemente desde el año 1543, con la expedición conquistadora de Diego de Rojas, en la actual provincia de Santiago del Estero. Desde entonces, y a partir de aquel evento se impusieron allí dos lenguas extranjeras: el castellano y el quichua.
Las dos lenguas ingresan a la provincia en lo que se conoce como “la primera entrada” (Alderetes, J), de mano de Diego de Rojas, al mando de la expedición conquistadora proveniente del Cuzco. Esta expedición conformada por de Rojas y los yanaconas (indios de servicios, vulnerados ante la invasión de los españoles a su imperio, de habla quechua) fue bilingüe. Lo cual significó el paulatino desplazamiento de las lenguas indígenas propias de la región del noroeste y noreste argentino, cacán, sanavirón, lule, tonocoté, indamás. Si los conquistados no aceptaban el bilingüismo oficial, eran tomados por contrarios al nuevo orden socio cultural impuesto por la expedición conquistadora.
El quichua (la quichua) (2) entra entonces a Santiago del Estero como lengua invasora, y se posiciona paulatinamente como la lengua natural de los santiagueños. De aquella invasión solo queda la lengua como elemento cultural natural del continente, ya que el resto de las pautas culturales que se imponían, eran netamente españolas. Sin embargo, se estima que el número de españoles que participaban de la expedición era reducido. Prueba de ello es que la lengua quechua prevaleció como lengua de comunicación entre invasores e invadidos.
Pero de la misma forma que la quichua desplazó a las lenguas autóctonas, fue también desplazada por el castellano.
En 1770 el Rey Carlos III prohibió el uso del quechua en la provincia del Tucma, por pedido de Fr Melchor Maldonado de Saavedra quién habría solicitado “que se introduzca el rezar a los naturales en la lengua española para que se olviden de la natural” (3). Pero para ese entonces la lengua quichua era ya considerada la lengua natural, y las anteriores habían quedado extinguidas.
El quichua llevaba dos siglos de vigencia. Por lo que el grado de arraigamiento de esta lengua, permitió su supervivencia. Aquel que la utilizaba era discriminado, aislado, castigado. Y con el correr de los años fueron los mismos quichuahablantes quienes “optaron” por acallar la lengua.
Contemplando a grandes rasgos esta parte de la historia de esta lengua, nacida en el Perú, trasladada a Argentina y convertida en una fuerte variante dialectal, que conforma hoy en día un reducto idiomático en Santiago del Estero, no podemos dejar de preguntarnos como ha sobrevivido.
La quichua es en principio una lengua “sin pueblo”, gran parte de sus hablantes no son indígenas, son criollos que hablan una lengua indígena americana, trasladada sin la cultura propia de quienes en sus comienzos la hablaban.
Tuvo en 1561 su primera gramática, cuyo autor fue Domingo de Santo Tomás. Quién, según los historiadores, nunca ha conocido Santiago del Estero, y ha escrito la gramática quichua desde el Cuzco.
Visualizando este recorrido, comprendiendo los procesos socios históricos y políticos por los que ha atravesado y atraviesa hoy en día la quichua santiagueña, es que podemos pensar la forma de revitalizar esta lengua. Y pensamos su revitalización porque sabemos que es una lengua que esta corrida, que ha perdido espacio, que se utiliza cada vez menos , que ha dejado de ser la lengua madre de las últimas generaciones.
Pero estas últimas generaciones son parte de la “puesta en vigencia de los derechos humanos”, nos situamos en la actualidad dentro de políticas públicas que fomentan el goce de estos derechos. Derechos que son universales (principio de igualdad), indivisibles (todos los derechos: civiles, políticos, económicos, tienen el mismo valor) e inalienables (son irrenunciables).
Dentro de éstos derechos, el derecho a la educación, debe considerar el respeto a las diferentes culturas, civilizaciones y lenguas. Y el derecho a la identidad, debe ser entendido no solo como un derecho individual, sino como reconocimiento del derecho a una determinada identidad colectiva.
Si bien los derechos están amparados e instrumentados bajo normativas nacionales e internacionales, son en ocasiones vulnerados. Y focalizando en la temática que nos compete, podemos afirmar que se imponen mayoritariamente, la lengua, la cultura y la ideología dominante. Entonces, para garantizar estos derechos, se emprende una lucha por la defensa y reivindicación de los grupos étnicos minoritarios.
En nuestro país actualmente hay doce lenguas originarias que han “sobrevivido” de treinta y cinco, que se encuentran siendo estudiadas. De algunas de ellas se cuenta con mayores datos que de otras, ya que varia también la cantidad y existencia de hablantes originarios. Estas son: Chiriguano, Guarini, Mbyá, Toba, Mocoví, Pilagá, Wichí, Nivaclé, Chorote, Tehuelche y Quichua.
En la lucha de revitalización de las lenguas y sus culturas es necesaria la participación de todos, como entes individuales y como organismos. Entendiendo que hay un otro, con una historia diferente, con costumbres y usos distintos, con su cosmovisión.
Para garantizar los derechos mencionados y teniendo en cuenta lo expuesto, debemos comenzar por acompañar al pueblo en la apropiación, revitalización y valoración de su lengua, de su cultura, de su modo ser. Entender y propiciar la interculturalidad.
No basta con el diseño e implementación de políticas, creadas desde “afuera”, el trabajo debe realizarse en conjunto con la población quichua hablante, debe ser planificado con ellos, contemplando sus tiempos, creencias, posibilidades y deseos.
Trabajar sobre lo que ha sido lastimado y vulnerado no es tarea sencilla. Durante años se ha instalado un mito falso respecto a las condiciones del hablante de la quichua, respecto a las características de éste.
Se ha instaurado la creencia de que el indio, el pobre, el marginado, el “sin futuro” es quien habla el quichua, se ha sometido a la población a ocultar su lengua, a que esta sea utilizada apenas en espacios domésticos.
En el caso particular del quichua, otro elemento de coerción es que por su originen ágrafo, se genero el preconcepto de que la lengua quichua se habla, no se escribe. Este preconcepto utilizado de manera negativa ha influido peligrosamente en la superación literaria de la lengua, y en la transmisión de la misma. El alfabetismo- analfabetismo fue utilizado como otro factor de dominio.
La lengua entonces desplazada, en contacto y en conflicto con la lengua hegemónica, (al punto de no ser censada debidamente), negando entonces su existencia, sigue siendo utilizada, sigue vigente al interior de la provincia de Santiago del Estero.
Es necesario pensar un trabajo junto a las comunidades quichuahablantes para el resurgimiento de “la quichua”. Qué el cambio se geste hacia dentro de esta comunidad, para que luego con impulso pueda darse una devolución al resto de la comunidad del valor de la lengua, la importancia de que cada uno pueda desarrollar su lengua materna, originaria.
Débil, pero en uso. Transmitiéndose cada vez menos (4) de generación en generación. Sobreviviendo, así se encuentra la quichua en la actualidad.

Lic. Cecilia A. Suárez

ceciliaasuarez@hotmail.com

1 - En el campo de saberes se observan dos versiones encontradas: la tradicional (compuesta por dos etapas: incaica y colonial) y la versión moderna (compuesta por tres etapas: pre incaica, incaica y colonial) 
2- Llamada de esta manera por los santiagueños. Alderetes, J ( 2001):“El quichua santiagueño es una de las dos variedades dialectales quechuas que se hablan en la República Argentina y su distribución territorial cubre la zona central de la provincia de Santiago del Estero con una prolongación hacia el norte siguiendo el curso del Río Salado. Pertenece a la rama del Chinchay Meridional del grupo QII o Huámpuy en la clasificación de los dialectos quechuas”  
3- Bravo, D. (S/D) 
4- Tebes, M y Karlovich, A. (2006).